Pueblo medieval, check! Playa, check! Montañas para escalar, check! Limoncello en Limone y con vista al lago, super check!

Es cierto que Limone es uno, de más de una veintena de pueblos que rodean el Lago de Garda en Italia. Pero es su dramática ubicación, rodeada de imponentes montañas acorralando edificios medievales, hasta casi empujarlos al agua, lo que para mi, la eleva a la categoría de postal turística.

Aunque desde 1931 se puede llegar a este pueblo por carretera, nada mejor que llegar en bote, como se hacía en antaño, cuando el pueblo estaba completamente aislado. De esta forma, crece la anticipación a medida que atraviesas el lago y ves como te acercas a su cautivador puerto.

Tan pronto me bajé del ferry, que abordé en el vecino Malcesine, y planté mis pies en las antiguas calles de Limone, supe que aquel iba a ser un día inolvidable. La trotamundos en mi, no podía esperar a recorrerla.

Limone es hermoso y pintoresco. Sus calles aún conservan el encanto de su origen medieval. A tu paso, te irán sorprendiendo iglesias centenarias y estrechas calles adoquinadas, salpicadas de coloridas buganvillas.

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Hoy Limone sul Garda (no confundirla con Limone Piedmonte) es conocida por su belleza y sobretodo, sus sembrados de limones. Visita su museo del limón y disfruta dondequiera las delicias gastronómicas hechas con el fruto.
¿Su producto más popular? El delicioso Limoncello o licor de limón. Una bebida refrescantemente calórica, única responsable de que haya perdido el ferry de regreso. En realidad, lo mejor que me pudo pasar….¡Salud!

En este pueblito no hace falta ir al gimnasio. Ir de compras y explorar sus calles es una auténtica sesión de ejercicios. El poblado es una sucesión de cuestas donde quemarás fácilmente esas suculentas calorías que acumulaste en sus muchos restaurantes.

Luego de cruzar animadas plazas y rústicos túneles me tropecé con la playa de Limone. Allí, sobre los guijarros, la gente se la pasa fenomenal, asoleándose y jugueteando en las frescas aguas del Lago de Garda.

En verano, toda Italia está atestada de turistas. Los locales me confiaron que las mejores épocas para experimentar el verdadero Limone son la primavera y el otoño. Suficiente para que, aún estando allí, comenzara a planear mi regreso.

El panorama de Limone es tan impactante que varias escenas de la película de James Bond, Quantum Solace se filmaron aquí. Y hay que decirlo: ¡no es para menos!

Terminé aquel estupendo día en uno de sus muchos restaurantes frente al lago, disfrutando de otro Limoncello y de sus hipnotizantes vistas. ¡No en balde tantos habitantes en Limone viven hasta los 100 años!
Llegó el ferry y era hora de partir. Recordé a mi Walkiria cuando no quiere que la meta al baño. No me quería ir de Limone y me sentía como gato que va p’al agua. ¡Lo mismo te pasará a ti!

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