Venecia, Italia
Desde niña, mi madre ha tenido un tapiz con un paisaje de Venecia. ``Alguna vez me gustaría ir a ese lugar``, me dijo un día...
Por eso, cuando años después, planificaba un viaje y surgió la posibilidad de hacer escala en esta preciosa ciudad, no lo dudé un momento. De esa forma, «la mama» vería en persona la Venecia de su adorado tapiz. ¿Y qué hijo no quiere complacer a su mamá?

Tras aterrizar en el aeropuerto Marco Polo en Venecia, tomamos un taxi acuático que en apenas 15 minutos nos trasladaría hasta el centro de este conglomerado de islas que forman la ciudad marítima.

Transportarse en taxi o autobús hubiera resultado más económico, pero el recorrido se demoraba una hora. Un desperdicio de tiempo, pues sólo teníamos 24 horas para ver esta maravillosa ciudad, y yo tenía todas las intenciones de sacarle el jugo. De todos modos ¡estábamos en Venecia! ¿qué mejor manera de llegar que en un bote?

Una vez entramos en los canales, la embarcación redujo la velocidad y pudimos apreciar a gusto los detalles arquitectónicos de los edificios y la rutina diaria del veneciano desbordándose por las ventanas. Mi madre, mi hijo y yo íbamos como en trance, devorándonos el paisaje con los ojos.

En poco tiempo llegamos al puerto miniatura del hotel, ubicado en un tranquilo canal frente a centenarios edificios desbordantes de flores. Ya instalados en la habitación, a través de su ventanas se escuchaba el rumor de las góndolas navegando el canal, mientras los turistas murmuraban extasiados.

Poco despues, salimos a recorrer Venecia por sus estrechos callejones repletos de tiendas, restaurantes y una genial mezcla de turistas, locales y vendedores.

Exprimimos el tiempo y entre esa tarde y el día siguiente pudimos visitar algunos de sus más conocidos puntos de interés turisticos:
Plaza San Marcos
Recorrimos la emblemática Plaza San Marcos, que para nuestra fortuna, en esa ocasión no estaba inundada. Caminando entre las palomas vimos la elegante Torre del Reloj o “dell Orologio” coronada por el León Alado, emblema de Venecia; el Palacio Ducal; la Basílica de San Marcos y su histórico Campanario.


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Campanario
Subimos al Campaniello para disfrutar una vista excepcional de todo el casco de Venecia. Estate listo para cubrir tus oídos, si coincides con el horario de las campanadas. Desde allí podrás alcanzar a ver hasta la Basílica Santa Maria della Salute, construida para celebrar el final de la Peste Bubónica.



Basílica San Marcos
Aunque cuando la visitamos estaba un poco cubierta por los andamios de su restauración, es imposible opacar su belleza arquitectónica. Dentro de esta joya histórica se albergan los restos de San Marcos traídos desde Alexandría.

Palacio Ducal
Este precioso edificio gótico de 11 siglos de edad tiene dos fachadas: una dá hacia la Plaza de San Marcos y otra hacia la laguna de Venecia. Sirvió como residencia, sede de gobierno, corte y cárcel. Un edificio bello, versátil y que si hablara ¡tendría mucho que contar!

Paseo en Góndola
No hay mejor manera de ver Venecia que desde una góndola. Así que cuando vengas, haz de saber, que como buen viajero, es prácticamente mandatorio.



¡Los gondoleros son unos personajazos! Coquetean, cantan las típicas melodías italianas y se pelean amigablemente por avanzar en los estrechos canales de la ciudad.

Navegamos el Gran Canal, cruzando por debajo del Puente Rialto y el Puente de los Suspiros. Este último no tiene nada de romántico, pues los suspiros eran los que echaban los presos al darle un último vistazo a su libertad, antes de entrar a la cárcel adyacente.

“La Mama” no había probado el Sambuca, un licor italiano hecho de anís, que como puedes ver ¡patea!

No nos podíamos ir sin un “souvenir” y aunque seguramente hoy dia puedes comprar una careta veneciana sin viajar a Venecia, nada supera la experiencia de comprarla allí entre góndolas y venecianos

No importa que hayamos tenido que correr para ver esta auténtica y romántica ciudad en solo 24 horas, lo importante es que al final, «la Mama» pudo ver su tapiz cobrar vida bajo el sol de Venecia. La satisfacción de ver esa sonrisa…¡Insuperable!


Venecia es bella, pero no olvidemos que aquí todo lo que usas, comes y bebes tiene que transportarse en bote. O sea, Venecia es cara y no «cara» de “querida” en italiano, sino cara de dolor en el bolsillo. Más no te desanimes, la clave está en informarse bien previo al viaje sobre las alternativas más económicas, porque si las hay. Sólo no esperes a que te dé hambre para buscarlas.