«Cómetelo todo, mira que los niños de África se están muriendo de hambre». Bajo este cargo de conciencia y consabido mandato de no dejar ni un grano en el plato, crecimos muchos. Ya a estas alturas hemos aprendido que el hambre mundial no se resuelve en nuestro plato y que lo que sí se decide ahí es cuántas libras se acumularán en nuestro abdomen; pero muchos comen los alimentos correctos y aún así no pierden peso. Esto se debe a que las porciones que ingieren exceden las necesidades de su cuerpo y terminan almacenándose en forma de grasa. ¿Cómo asegurarnos de que no nos estamos excediendo en las porciones? ¡La clave está en tu mano!
Tu porción de proteína (entiéndase: tofú, pescado, marisco, pollo, pavo o carne) no debe ser más grande que la palma de tu mano.
- Tu porción de carbohidratos complejos (entiéndase: avena, cereal, trigo, arroz, quinoa, verduras etc.) no debe ser más grande que el tamaño de tu puño cerrado.
- Tu porción de frutas y vegetales no debe ser mayor a la de tu mano extendida.