Yep, hoy celebro quinceañero de no comer carne, pollo, pavo, conejo, cabro, etc… En otras palabras no como nada que tenga patas, ni alas… Esto, ha resultado ser una de las mejores decisiones de mi vida, pues a sólo meses de cumplir mis 50 puedo decir que soy una mujer saludable, llena de energía, que además no luce la edad que tiene. O sea, ha valido el sacrificio.
¿Extraño comer carne? La verdad que no… aparte del olor del tocino que a veces pone melancólico a mi estomago, hoy día, sólo imaginarme comiendo carne, me da asco.
No se equivoquen, me encantaba la carne y la comía constantemente, (muy al estilo Pedro Picapiedra con su filete de brontosaurio) pero lo cierto era que cada vez me preocupaba más de la cantidad de hormonas y antibióticos que contenían y los efectos tóxicos que esto podría tener en mi cuerpo a largo plazo.
Fue para esa misma época cuando reportajes sobre el trato inhumano que recibían tanto reses como aves en el proceso de hacerlos alimento me darían el empujón que me faltaba para erradicar ambas de mi dieta. ¿Por qué? Pues porque lo que vi que ocurría para que esa carne y pollo que tanto me gustaban llegaran a mi plato me rompió el corazón y me quitó el apetito.
Tenía yo casi 35 años cuando decidí que en adelante mi dinero no sería parte de ese abuso, ni patrocinaría ese horror. Como ven, mi decisión de eliminar las carnes y las aves de mi dieta fue no sólo por razones de salud sino también por razones éticas.
¿Cómo pude dejar de comer la carne que tanto me gustaba? Me dije: «veamos… ¿qué pasa si no como carne por una semana? Una semana pasó y contrario a lo que esperaba no me volví loca de la desesperación, pero más sorprendente aún, mi estomago se sentía más liviano. Me reté a otra semana más y al final de la misma me sentí mejor aún. Fue ahí cuando decidí eliminar también las aves, con mejores resultados. Sentí que me desinflaba.
Adoptar este estilo de alimentación resultó una bendición para mi. Eliminar las carnes y las aves de mi dieta me hizo sentir más sana y espontáneamente comencé a rechazar las sodas y los alimentos procesados. Mi cuerpo se estaba limpiando… A lo largo de estos 15 años mis evaluaciones médicas han sido consistentemente positivas. No padezco de obesidad, ni de enfermedades comunes entre la gente de mi edad.
¿Soy vegetariana? No, no lo soy. Aunque que la mayor parte de lo que como son vegetales, de vez en cuando como pescado y mariscos. Soy lo que algunos catalogan como «pescatoriana». De esta forma un pequeño por ciento de las proteínas que ingiero son de origen animal.
Ser un vegetariano saludable requiere orientación. Es fácil desarrollar deficiencias alimentarias si no se conoce con que alimentos debes sustituir la ausencia de carne y aves, pero al final los resultados bien valen el esfuerzo de educarse.
¿Deberías tu dejar de comer carnes y aves? Mi experiencia me dice que sí, pero hacerlo es una decisión muy personal que debe estar basada en una convicción real de que adoptar este tipo de alimentación es bueno para tu salud y para tu espíritu. De esta forma, ni la hamburguesa más jugosa, ni el filete más humeante te tentarán o te harán olvidar las toxinas que contienen, ni el abuso animal que lo lleva hasta tu plato.
Mientras decides si quieres invertir en tu salud y salvar tu cuerpo, ¡yo cuento los días para cumplir mis 50 tan saludable, joven y fuerte como lo soñé 15 años atrás!